Situada en el BreitWangFlue, un muro helado a casi 2000 metros, solo a partir de marzo captura los últimos rayos de sol. Su altura, su orientación norte y las temperaturas glaciales de este valle suizo garantizan condiciones óptimas durante varios meses al año.
Crack Baby es la marcada línea de la derecha.
Las reuniones se montan casi todas en los pequeños huecos de roca que se adivinan en la foto
Toti en la cima bañado por el sol de tarde.
A pesar de tratase de una de las vías más fáciles de este murallón, tres de sus seis largos alcanzan el 6º grado en hielo (4, 5, 6, 6, 6, 5+).
Comparte protagonismo y ubicación con otros tótems de nuestra particular religión: Flying Circus o Mach Tres, por citar las más conocidas.
Comparte protagonismo y ubicación con otros tótems de nuestra particular religión: Flying Circus o Mach Tres, por citar las más conocidas.
Primer largo con el trabajo de saneado ya hecho.
Quizás se deba al contraste entre el blanco del agua helada y el negro mate de la pared, o quizás a la comodidad de sus reuniones en cuevas naturales de roca, quizás a las estructuras ingrávidas de apariencia gaudiniana que interconectan los largos, lo cierto es que la estética de esta cascada no tiene parangón.
Toti, Ester y yo pudimos gozarla sin cordada alguna que nos disputase el turno, sin presión de ningún tipo, deleitándonos con sus más de 300 metros de pura diversión -y porqué no decirlo- también de adrenalina y resistencia.
Saliendo de la R3, abandonando la seguridad de un nicho casi cálido.
Nido para nosotros, prisión para otros, con paredes casi rotas.
El largo sale por la izquierda y te acabas montando sobre esa cortina.
Una logística particularmente acertada con chaqueta pluma, termos calientes y bocadillos de auténtico jamón ibérico contribuyó al placer del recorrido.
Los tres acabamos con una sonrisa de oreja a oreja, con el rotpunk completo, y en un horario más que aceptable. Y eso a pesar de un capullo que al vernos bajar nos espetó -en inglés de acento germánico- que habíamos estado demasiadas horas, con la soberbia del enteradillo y la miopía de alguien incapaz de mirarse al ombligo: Esa mañana el tipo había salido antes que nosotros y no escaló hundido bajo el peso de su propia mochila con tienda y saco para pernoctar al pie de las cascadas.
Nosotros sí salimos de día
y alcanzamos el coche con las primeras sombras del anochecer.
Luces del atardecer en los rápeles, buscando siempre la seguridad de la roca.
Dos horas de aproximación con la huella hecha, cinco y poco para la vía, y otras tres entre rápeles y regreso al vehículo.
Once horas de éxtasis, en ése nuestro sexto día consecutivo de placer y hielo.
Las fuerzas empezaban a menguar, y todavía nos quedaba TaaaaNTO por hacer en Kandersteg.
Durante el regreso nos dedicamos al pasatiempo favorito de los escaladores:
planear felices nuevos retos mientras nuestros músculos se recuperaban de una Crack Baby todavía más tangible que recuerdo.
Un momento mágico que ha quedado impreso en mi memoria
y en la cámara...
Menudo trío!! Zorionak!
ResponderEliminarCon esos bocatas que hacéis ya se puede! Están a otro nivel.
Un abrazo
Zorionak!!
ResponderEliminarUn viaje bien aprovechado. Envidia por la Crack, yo me quede a pie de vía después del cuestón.
Pero es lo que tiene ir con tipos duros, yo "morí" primero jaja
Xabi
Enhorabuena Albert y Cia. Rutón helado......
ResponderEliminarMolto buena y disfrutando...como os estais poniendo. Yo por mi tierra viendo llover como hacia tiempo.......y comiendo jejeje, un saludo.
ResponderEliminarMolto buena y disfrutando...como os estais poniendo. Yo por mi tierra viendo llover como hacia tiempo.......y comiendo jejeje, un saludo.
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