lunes, 14 de febrero de 2011

Intentando una nueva vía en Gavarnie



Allí arriba, en el tercer muro de Gavarnie, todavía quedan ... Martín nos prometió magníficas vistas y temperaturas frescas. Y una línea que todavía permanece libre pese a estar a plein feu y a pesar de los muchos pretendientes que la desean. Exige casi un día de esfuerzo alcanzarla y se defiende con muros desplomados.


Viernes 4 de febrero, seis de la tarde. Cinco horas conduciendo y cena en un apartamento de Luz. Preparamos el "equipaje" a la luz de los frontales. Dormiré en la furgoneta, el apartamento está al completo y debo aprovechar las escasas horas de sueño que me conceden mis compañeros.



Sábado, 5 de la mañana, media hora y alcanzamos la tierra prometida. Enfilamos hacia el circo.

Nuestras gigantescas mochilas nos delatan. Juego y medio de friends, microfriends, 15 clavos, maza, gatos, taladro, 15 chapas, sacos, esterillas, 2 foganillos, comida, embutido, golosinas y algo de tabaco para Martín. Lujo a todo trapo. La edad y 6 vivacs en el tercer piso han bastado para descubrir el valor de las pequeñas cosas, el lujo que supone dormir caliente y bien comido.



Unai se echa las manos a la cabeza. Si hasta me solía controlar el papel de water... Enseñanzas de la escuela navarra supongo, o las malas compañías de Mikel y otros minimalistas.
Martín, afortunadamente, es permeable a los placeres de la roca y el vino, sin duda condicionado por su pasado riojano y por las notables influencias de su hermano Simón.

Necesitaremos casi un día para mudar nuestro "equipaje" al piso de arriba.


Arrastrar las pesadas mochilas y abrir traza en la tercera campa de nieve, acaba con nuestra energía escasa y limitada por las pocas horas de sueño. Acondicionamos un vivac maravilloso bajo el tercer muro y, tentados por nuestras propias comodidades, postergamos el trabajo para el día siguiente.


¿Quien puede desperezarse antes de que salga el sol? La noche aquí arriba ha sido larga, suave, templada incluso. La iso-cero bordea nuestra cota y facilitará la escalada.

Conseguimos recoger los bártulos hacia las 10, y son ya las once cuando empezamos a escalar.

No logramos discernir el mejor recorrido, ni logramos ponernos de acuerdo. Se produce una de esas escasas ocasiones en que los caminos que imaginamos no coinciden. De nada sirvieron ni las fotos ni la charla que ayer tuvimos estudiando bajo el muro la línea que seguiríamos.

La dictadura de la mayoría se impone a la aristocracia.
Un Martín inconmensurable se aventura sobre roca podrida y cuarteada, 5 metros a huevo sin protección alguna con el consuelo de una repisa pobremente nevada como colchón.


Siempre en libre y usando los piolos como ganchos para emplazar alguna expansión, resuelve la parte más incierta de la ruta.
Cuatro parabolts más tade (espaciados y obligados), alcanza una zona menos desplomada a unos 20 metros de la reunión. La roca gris ya admite gatos y ofrece la cuerda.

Unai entra en acción, y experimentamos el MOMENTO MORI nº1. Dos horas de esfuerzo y un parabolt más tarde, supera los últimos movimientos duros del largo. Algunos clavos y seguros que no merecen este nombre median entre los 15 metros que separan las chapas de Martín y la única que el navarro se atreve a emplazar.

De ahí a la reunión un puro paseo de trámite (6c o 7a).


Martín casi encadenará el largo de segundo.
Yo me limito a pasar y siento la impotencia de la debilidad.

Es tarde, nos queda una larga vuelta a casa y empezamos a descender con las últimas luces del día. Pasadas las nueve de la noche llegaremos al coche


El lunes mientras regreso al trabajo sopeso el escaso rendimiento que hemos obtenido en dos días de esfuerzos: apenas un largo fácil y otro espectacular. Poca "carne" para tantas horas.

40 metros todavía nos separan de esa leve línea de agua petrificada por el frío, 15 metros a la derecha de Aloïs.

Nos prometemos volver a la semana siguiente.
Esta vez sin concesiones a la comodidad


Memento Mori
Cuentan que cuando los generales del imperio entraban victoriosos en Roma, aclamados por la multitud, transportaban a un sirviente oculto tras las bambalinas de su carruaje, quien les susurraba sin parar "memento mori, memento mori", para recordarles que seguían siendo hombres, y como tales, simples mortales.

5 comentarios:

Piju dijo...

estan locos estos romanos!!!

felicitats cracks!!!

marc dijo...

buff...llegint aixó ja estic cansat per a la resta del dia.

Vicenç dijo...

que bonic és l'esquí de muntanya en aquestes èpoques....

laura pi dijo...

Qui us va parir! a veure si entre tots fem una plataforma Pro-teleferic al tercer mur, que molts findes aixi i no arribeu a la jubilacio.
Amb la feinada que dona un sol mur i vosaltres amunt i avall amb aquets "pianos", enhorabona cracks!

salut, alegria i bocates!

roy dijo...

Craks, craks y craks...........