Balsa de la Mora, uno de los parajes más fotografiados de nuestro Pirineo
Accesible previo pago de 5 euros, 45 minutos de pista polvorienta y otros 30 de caminata sin apenas desnivel.
El ibón aparece al cuarto de hora.
Lo limitan un campo de hierba verde, un bosque de pinos y, al fondo, un paisaje rocoso y severo. Un desierto mineral que contrasta con la exuberancia lujuriosa del prado que lo antecede.
Mirando con ojos ávidos descubrirás, a su izquierda, una muralla de aspecto tosco y roto que se eleva 200 mts de altura, poco o nada prometedora.
Por eso no hay rutas.
Bueno, en realidad sí las hay.
Una de hace 20 años,
algún trazado hivernal cuando la nieve y el hielo consolidan la piedra típicamente cuarteada del macizo del Cotiella,
y otra, también antigua, acreedora de atenciones recientes.
Calma Mineral arranca con un inicio prometedor de tacto rugoso y piedra consolidada, sorprendente pese al aspecto roto del murallón. Siguen una segunda y tercera tiradas típicamente "norte" donde aparecen ya bloques peligrosos, presas inciertas, y la fricción se torna huidiza.
El deseado botín (una "clásica") se esfuma. Abandonamos rabo entre piernas.
Sólo cuando la memoria falle, o cuando el encanto de La Balsa de la Mora nos engatuse de nuevo, nos atreveremos a regresar.
El olvido, medicina infalible, nos devuelve la pasión al tiempo que se difumina el recuerdo de esa piedra desagradecida. Nos bastan dos paseos para recuperar el enamoramiento. Este lugar tiene magia.
Regresamos a la ruta, que va saneándose con las repeticiones, y recuperamos nuestra convicción en el proyecto.
Escalar en cualquier cara norte pirenaica exige una cierta estabilidad meteorológica. La lluvia, el granizo y sobre todo los rayos, acongojan a cualquiera. Las tormentas regresan y el proyecto se pospone una vez más
Hasta este año, cuando acabamos de pulir y recuperar la línea.
Vía emplazada en un rincón mágico de fácil acceso. No obstante, la peculiaridad del terreno, su roca mediocre (mala a tramos), y el recorrido un tanto ilógico exigen precaución y cuidado. Saneada, pero siempre con bloques y cantos dudosos acechando
NO recomendable a paladares exquisitos ni a escaladores deportivos.
A evitar absolutamente con riesgo de tormenta.
El grado lo dan los pasos de placa, obligados, entre chapa y chapa. Sólo permiten acerar en algunos tramos de los dos largos duros. El sexto largo, bien asegurado (artifo posible), recorre un espolón de piedracartón y enormes bloques apilados al límite de la vertical que algún día terminarán por precipitarse al vacío.
Bajada compleja, bien rapelando o mediante un destrepe (que no hemos probado) que anuncia pasos expuestos de II y III grado.
El último día intuimos una bajada larga caminando. La tomaremos.
Consiste en ascender al Pico Rivereta, primero por una cascajera de piedras afiladas y después por su flanco Este mediante trepadas fáciles pero expuestas. Poco antes de su cima, flanquear por su vertiente Este hasta alcanzar la Cresta de Armeña. Seguirla unos quinientos metros, hasta retomar de nuevo la cresta. Buscar entonces la bajada hacia La Ribereta por la vertiente Oeste de la Cresta, mediante primero un destrepe, y luego tres rápeles de fortuna (dos árboles y un bolt...). De la Ribereta, ya fácilmente, seguir hitos hasta el Ibón de Plan y cinco horas más tarde alcanzamos el coche. Largo, expuesto e incierto.
El macizo del Cotiella conserva lugares vírgenes porque nuestros predecesores los descartaron. Su -merecida- fama de montaña ruinosa ahuyenta todavía a los escaladores
Cierto, la roca difiere a la de Picos o la Sur de Montañesa. Exige tiempo y trabajo. Pero eso le otorga un plus de incertidumbre, y un mérito añadido cuando aparece una línea bella o arrogante.
Explorad, caminad, investigad.
Imaginación sin límites