Clásica plenamente visible desde un Candanchú urbanizado y bullicioso: imposible ignorarla cuando tus amigos te sueltan el chivatazo.
En un invierno de temperaturas suaves que apuntan al calentamiento generalizado, las caras norte expuestas a las borrascas atlánticas suelen alternar ventanas favorables
Esperanzados con la foto de Edu (mil gracias!), contrastada con una llamada del Doctor Pirineos (mr Zabalza), y descartados otros objetivos, centramos nuestra energía en la Edil, única línea que prometía divertimento.
Merengue goloso en la parte superior, de aires Patagónicos, contrapuesto a la carne magra y limpia de sus dos primeros largos, desprovistos de hielo y nieve.
El primer largo ofrece una chimenea de 6 o 8 metros con dos clavos abajo, y un agujero que admite un Camalot del 1 llegando al bloque empotrado sin hielo del que traccionar. Escalada de oposición que termina con un diedro final antes de alcanzar el nicho de R1
Segundo largo para Tato. Qué suerte. Travesía descendente en roca protegida con un par de pitones y algún friend, hasta superar los techos que protegen la primera parte, ya en mixto jalonado con manchas de nieve porexpán.
De aquí hasta arriba la ruta parece un merengue de nieve dura peguteada con formaciones de hielo horizontal.
Las dos barreras rocosas que se empinan por el corredor, exigirán limpiar fisuras para emplazar protecciones, alternado con algún paso fino o tenso sobre nieve inconsistente
Llevamos friends doblados desde el 0.3 al 2, un 3 y un 4 que nos brindó seguridad en casi todos los largos.
Usamos un único tornillo gordo y corto estrangulado, testimonial.
Y de clavos, uno en la segunda reunión, innecesario al limpiar la fisura de al lado.
Como curiosidad, de R2 para arriba todas las reuniones las montamos con friends en paredes orientadas al sureste, algo más protegidas y limpias que las orientadas nororeste que recibieron el viento húmedo huracanado que sopló la semana anterior, y tapizó con formaciones surrealistas toda la montaña.
Atención al rapel que separa la cresta final de la cima del Aspe, un par de cordinos enterrados en un bloque helado amagando su consistencia, a reforzar con "papá" Camalot#4
La bajada dura para rodillas, ya de noche. Primeros doscientos metros sobre setas heladas horizontales que recordaban a los pétalos de hielo de las cascadas, pero de lado, moldeadas por una mezcla de 40 litros de lluvia gunitada por vientos de 140 kms hora.
Mas abajo nieve dura donde penetran solo las puntas de los crampones, y algún tramo de huella dura hasta las pistas de esquí, donde ya relajamos.
15 horas coche coche como en nuestros viejos tiempos.
Hoy recuerdo, molido, antiguas jornadas maratonianas con Tato
El tiempo pasa. Permanecen intactas las ganas de compartir montaña con mi compañero de travesuras
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