Memento Mori
Cuentan que cuando los generales del imperio entraban victoriosos en Roma, aclamados por la multitud, transportaban a un sirviente oculto tras las bambalinas de su carruaje, quien les susurraba sin parar "memento mori, memento mori", para recordarles que seguían siendo hombres, y como tales, simples mortales
Esta ha sido la primera ruta en que no he abierto ni un solo metro. Por eso, quizás, no siento ese orgullo que suele acompañarme después de descubrir una línea maravillosa. No estaba a la altura de la vía.
Y sin embargo la he gozado.
La he disfrutado de una manera distinta, como quien presencia con ojos expertos un espectáculo de alto nivel. He contemplado a dos artistas de la vertical apurando las chapas con caídas potencialmente peligrosas, he sentido el frío en los dedos, les he visto escalar a veces con gatos, otras con piolos y crampones, o con manos y botas, siempre en libre, en roca generalmente aceptable, en ocasiones dudosa, a veces mala. Colgar de un bloque o una presa de la que desconoces su solidez, a más de 5 metros del último seguro. Un mar por descubrir, una aventura sin otro propósito que disfrutarla.
Y finalmente llegar al hielo.
Hielo gris.
Hielo escaso.
Ayer jueves salimos de casa después del trabajo, y no llegamos a Gavarnie hasta la una y media de la madrugada. Nos hemos tomado el viernes libre, anticipando un cambio de meteo que se anuncia para el sábado tarde.
El día empezará razonablemente temprano. Despertador a las 5.30. Unai y Martín llegan al párking a poco antes de las 6, y en 10 minutos ya estamos en movimento.
Esta vez nuestras mochilas son pequeñas, minúsculas diría yo, comparándolas con los típicos bultos de abrir vía. Taladro, juego de micros, juego de friends hasta el nº3, 6 clavos, fisureros, un gancho y dos baterías.
A las 8 de la mañana ya escalamos en el circo.
Entramos por Frezante, desestimando Banana al ver un "Maestro" demasiado amenazador.
Devoramos 200 metros a huevo y nos encordamos en el último largo del primer muro. No me gusta correr de esta forma, me consume neuronas, y con estos dos animalitos, sé que voy a necesitarlas más arriba.
Segundo muro, repetimos estrategia. Un rato a huevo y el último largo encordados.
Antes de las 12 ya estamos cerca del tercer muro, y al igual que la semana pasada, dudamos sobre la línea que emplearemos para alcanzar ese reguero de hielo gris.
Arriba descubrimos a tres franceses encaramados al primer largo de Aloïs. Son gendarmes conocidos de Martín. Les pedimos que nos echen la estática que llevan y que anclen una de nuestras cuerdas a la reunión.
Acceden..., ¡ cuánto compañerismo en la montaña !
Compañerismo que se trunca en reproches cuando Martín nos grita:
"!Ehhh, que el último saque el cordino de Aloïs!"
Está podrido. La verdad es que da pena verlo, y no resuelve apenas ningún movimiento en este primer largo relativamente fácil de proteger.
Sin embargo, los gendarmes nos reprochan (CON RAZÓN) que saquemos el cordino después de haber usado una cuerda fijada por ellos para alcanzar la primera reunión...
Sus comentarios cesan cuando Martín acomete el segundo largo en libre, a manos desnudas y crampones, prescindiendo del mencionado cordino. Aquí sí resultaba de gran ayuda para alcanzar una primer chapa más allá de una placa fina sin posibilidad de aseguramiento. Salida de reunión factor 2 a la izquierda de la vertical. Martín aprieta de verdad. Sufre hasta alcanzar una virilla 5 metros por encima de la reunión, donde un spit (éste sí original de la primera ascensión, no como el cordino) permite escupir la bilis generada en esos expuestos movimientos. Desde allí sale 15 mts en horizontal a la derecha hasta llegar a la reunión que montamos la semana pasada (R2).
Estamos todos impresionados, franceses y yo. De segundo, me cojo al puñtero cordino mientras Unai pasa sin apenas esfuerzos.
Finalmente alcanzamos la reunión original de nuestra vía, todavía sin tener claro qué camino seguiremos. Son las 3 de la tarde cuando decidimos (DecidiMOS. ¡No!, decidEN. Yo pinto poco. Si acaso, influyo con mis apreciaciones sesgadas por el t13 error que experimento al pensar que me tocará desmontar largos flanqueos asegurado por una cuerda fina) que el mejor recorrido consiste en salir a buscar un diedro 10 metros a la derecha de la reunión, subir 7 metros, flanquear hacia la izquierda unos metros, y luego recto arriba por un muro desplomado de roca gris.
Me veo un futuro negro... y sólo la experiencia (diablo viejo) podrá ahorrarme sudor y lágrimas.
Primera tirada NUEVA del día.
El largo pide gatos. Gatitos, pues es Unai quien se calza sus "testarrosa" nº 35 y acomete lo que promete ser un largo lleno de emoción.
Aprendo 3 o 4 formas distintas de solicitar atención al asegurador, cualquier chorrada es válida para cortar la tensión:
- Fais gaffe dicen en françoise
- Al loro me sueltan en castizo
- oju peligru, en mi estimado catalán
- y la que se llevó el premio y más internacional, take a look at the little parrot (ojo al lorito, literal del inglés)
Tres friends grandes al final del diedrito, y el "melón" se curra un flanqueo (6c dice, no podremos saberlo) expuesto, muy expuesto.
De ahí unos aliens y sigue la excursión horizontal 12 metros hasta conseguir meter una chapa ya encarando lo que promete ser un desplome acusado. Se cuelga de un puente de roca pequeño, y pide taladro.
De ahí unos aliens y sigue la excursión horizontal 12 metros hasta conseguir meter una chapa ya encarando lo que promete ser un desplome acusado. Se cuelga de un puente de roca pequeño, y pide taladro.
¡Que suene que suene!, rogamos desde la reunión.
Un ronroneo me atempera los nervios.
Chapa, y salida taquicárdica recto arriba, desplomada, a cazar un puente de roca muy grande de resistencia DUDOSA cuya rotura implicaría un buen costillazo contra la placa inferior. Unai es un chico con suerte. El puente resiste (pesa poco el chavalín) y consigue introducir otros 7 centímetros de sensatez en la roca.
Se baja, no le quedan "bichos" suficientes y debe retirar los friends emplazados en la travesía... Huelo el percal y mis tripas empiezan a revolverse.
Sigue y nos obsequia con un espectáculo abriendo 20 metros a 110 grados de desplome, siempre en libre colgándose sólo para meter alguna chapa ocasional.
El resultado, un acrobático largo peligroso al principio (tranquilos, la travesía sólo es 6c... ) y desplomado en su parte central, con una continuidad endiablada de séptimo grado. Rondará el 7b/c. Para mí MUY IMPOSIBLE SUPERIOR.
Monta reunión ya en hielo, al finalizar el desplome. Sin chapas. Nos dice que ha metido un par de tornillos y un friend. Intuyo cañonazos y me encomiendo a Santa Bárbara.
Es tarde, queda sólo una hora de luz. Mi esperanza es que bajemos porque no tendremos tiempo de abrir el hielo de arriba. Pero el muy cabezón grita que se ve bien, que subamos pues el hielo parece factible incluso de noche.
Me parece que nadie nos librará de desmontar la terrorífica travesía...
Gentilmente le cedo mi cuerda a Martín. "Martín, con dos cuerdas te asegurarán mejor desde arriba, y si llegas a volar, tranquilo, nunca se parten dos a la vez".
Me mira poco convencido, y accede. Este Elías tiene un gran corazón. "¿Qué harás tu Albert?"
"Tranquilo, cuando estéis arriba me tiráis un cabo y subo jumareando". El tono de mi voz no admite réplica.
Martín atraviesa a la derecha, toma el diedro y llega a los friends. Antes de acometer la travesía a izquierdas protegida sólo por dos clavos PRECARIOS (Unai NO sabe meter clavos, y menos aun con la maza del piolo) Martín duda.
Momento Mori 2
No duda, JURA y REJURA. Bufff, esto se anuncia animado. Saco la cámara dispuesto a filmar el salto del bota-fumeiro. No, no quiero ni mirar. La repisa de abajo puede cortarle las alas.
Francés, oigo más palabrotas en francés. También arameo y caduceo. Y todas las lenguas vernáculas. Una retahíla de juramentos.
Le pido. No, le suplico que abandone los friends, cintas y lo que haga falta, pero que se baje de ahí. "Martín, destrepa".
Lo intenta.
Asegurado todavía con los dos clavos (más allá de ellos, el vacío horizontal, pues Unai retiró los aliens que protegían la travesía), Martín desmonta el diedro y alcanza la repisa de abajo.
Abandonamos los dos clavos con sus cintas respectivas. Pero seguimos VIVOS y ENTERITOS.
Unai recupera la cuerda del flanqueo y nos la vuelve a tirar desde arriba, a través del cordino de pasar material, pues desploma tanto que sin esa guía quedaría fuera de nuestro alcance.
Jumareamos y recuperamos el largo obviando la travesía, perdiendo dos clavos y dos cintas. La noche contribuye a suavizar el ambientazo y los péndulos cada vez que saco una cinta en el desplome.
¡Qué más da!
Es noche cerrada cuando nos juntamos en la R3.
Con ella llega el frío y también la incertidumbre para los que permanecemos en la reunión.Una fisura de 4 metros nos separa de la línea de hielo sano.
Lo razonable sería bajarnos y venir otro día. Sin embargo, ¿quien se atreverá a repetir las maniobras para alcanzar esta repisa ? Yo NO.
Estamos hartos del esfuerzo que supone llegar aquí y optamos por seguir a la luz de las frontales. Martín sigue motivado y se enfrenta al hielo gris. EStupendo.
Momento Mori 3
Le glace il fais TxUC TxUC, mais ici il fais tOc tOc. Los sonidos que producen las herramientas al golpear delatan el tipo de estructuras a la que te enfrentas. Chapas desenganchadas de apenas 3 cms de grosor alternándose -afortunadamente- con zonas que aceptaban algún tornillo sólido. De noche, sin saber ni poder ver si más arriba el hielo alcanzaría la calidad suficiente para montar una reunión.
De ahí los bolts al margen de la tenue línea helada. No tuvimos arrestos para confiar, únicamente, en los tornillos habitualmente precarios. Salidas expuestas sin posibilidad de meter nada bueno hasta recorridos unos buenos 6 o 7 metros, colgados de la reunión, rezando para que las púas de tu compañero no acaben en tu cara, cruzando los dedos para que sus fuerzas no se acaben. La noche envolviéndolo todo, escondiendo el vacío y amagando el miedo. Y el cansancio. Un cansancio que nos va mellando, metro a metro, minuto a minuto. No llevamos reloj, no corremos, ¿para qué si hace horas que oscureció????
Siempre me consideré afortunado.
De ahí los bolts al margen de la tenue línea helada. No tuvimos arrestos para confiar, únicamente, en los tornillos habitualmente precarios. Salidas expuestas sin posibilidad de meter nada bueno hasta recorridos unos buenos 6 o 7 metros, colgados de la reunión, rezando para que las púas de tu compañero no acaben en tu cara, cruzando los dedos para que sus fuerzas no se acaben. La noche envolviéndolo todo, escondiendo el vacío y amagando el miedo. Y el cansancio. Un cansancio que nos va mellando, metro a metro, minuto a minuto. No llevamos reloj, no corremos, ¿para qué si hace horas que oscureció????
Martín, enzarzado en su particular lucha, no experimenta ni frío ni miedo. Sí acaso un cierto temor. Y concentración absoluta. Es la gran ventaja de atarse al extremo ardiente de la cuerda. Tus pensamientos se reducen a los dos metros que te circundan. Sólo existe el próximo anclaje. Obligas a tu cuerpo a seguir una danza lenta y tensa al son del tuc tuc, al son del toc toc, moviendo el centro de gravedad desde el hielo frágil al sólido.
Acabará el último largo cuando el hielo parece tumbar.
Acabará el último largo cuando el hielo parece tumbar.
A la una de la noche le enviamos el taladro. De una chapa y un pobre abalakov desciende a nuestra reunión. Helados, emprendemos el descenso.
Son las cinco y media de la MADRUGADA cuando alcanzamos el coche. Diana nos espera con un té caliente.
Una pareja se cruza con nosotros camino del circo. Nos miran con ojos extraños. Nuestros rostros reflejan una imposible mezcla de felicidad y agotamiento.
Siempre me consideré afortunado.