Pronto oscurecerá.
Estamos colgados a 250 mts del suelo en medio del espolón del Gallinero, de una reunión confortable entre Pangea y Zarathrustra.
Desploma acusadamente. Bajo nuestros pies aire, solo aire.
Llevamos ya 8 horas de tralla. Hace rato que el cansancio atenaza nuestros maltrechos cuerpos.
Tato está inmerso en una batalla contra la pared. No le veo, un techo oblicuo nos separa.
La cuerda apenas avanza.
Algo ralentiza su progresión hasta detenerlo.
La atmósfera pesa.
Un grito rompe el silencio que nos envuelve:
Albert, No Ho Veig Clar!
(no lo veo claro)
Me acojono.
En veinte años de aperturas jamás, jamás percibí ni asomo de duda en la voz de Tato
5 interminables minutos de tensión. Luego quietud absoluta, opresiva, y un silencio tan denso que puede cortarse.
Esto pinta francamente mal.
Al principio sufría por la seguridad de nuestra exigua reunión.
Ahora me angustia la integridad de Tato.
Detenido por una barrera de roca pésima, mi colega escapa con una travesía horizontal de más de 15 metros hacia Zarathrustra. Suponiendo que consiga montar un relevo seguro, me acongojo al anticipar la trave que me aguarda
Toda espera se acaba. Mi turno.
Me preparo para afrontar el mal trago.
Empiezo a desmontar el largo. Una flor de pitones mediocre protege el factor-2 al principio de la reunión. La dejo más por miedo que por necesidad.
Dos Aliens y un buen Tótem aseguran una sección técnica y difícil, obligada (6c+++).
Sigo.
Ligera travesía por encima del techo, otro desplome a la derecha, y todo arriba por una leve fisura repleta de bloques dudosos durante 8 metros más. Un fisurero y dos clavos que abandono protegen la sección.
Alcanzo un C3 rojo por encima de varias "neveras" en equilibrio precario. De ahí, el recorrido huye horizontal, hacia la NADA.
No veo a Tato, pero la cuerda ya corre sin roce. Le percibo próximo.
La mochila que hizamos está enganchada bajo mis pies con nuestras chaquetas de pluma y los frontales. Tato tirita de frío.
Consigo deschapar el C3 sin alcanzarlo agarrado a dos piedras tamaño microondas que traquetean tanto como mis dientes. Observo como las cuerdas escapan hacia la derecha por detrás de bloques provistos de aristas más afiladas que los dientes de un tiburón. Lo abandono. Mi vida vale mucho más que un puto friend.
Me obligo a reponer mi SERENIDAD. No pienso caer aquí, y tampoco se romperá ningún canto traicionero.
Mis brazos se van hinchando. Bombeo adrenalina suficiente para resistir el esfuerzo.
Llego a un Totem verde y un alien triangulados en el mismo pedrusco. Desde aquí intuyo ya dos clavos a 2 metros en diagonal descendente por debajo de mis pies. Pinta a péndulo pero Tato me tranquiliza confirmando que aguantarán.
Consigo agarrarme al primer clavo.
Suspiro.
Reseteo el sistema: he ganado una vida más, no moriré hoy.
Oscurece.
Tato montó reunión a mitad del antepenúltimo largo de la Zarathrustra (7a/b), ruta conocida y bien asegurada. Desengancho la mochila. Plumas y frontales para recorrer estos largos con toda la noche por delante. No hay prisa. A las 21.15 hollamos cima.
Dos horas más tarde, Ester y Silvia nos esperan en la furgoneta con la cena preparada.
La vida sigue
y por Dios que lo celebro
El exceso de exposición relega y amaga cualquier otro atributo, incluso la belleza de una ruta. Masticas miedo hasta embriagarte de adrenalina, y esa borrachera tapa, ofusca cualquier otra sensación.
Sábado 18 noviembre 2023, 8.30 am.
El olvido nos permite vivir y superar traumas.
Regresamos a Ordesa bajo el influjo del "Estiuet de Sant Martí", un episodio de temperaturas extraordinariamente templadas que nos permitirá escalar en altura. Hace 4 años que tenemos un proyecto pendiente en el Espolón del Gallinero que susurra y me tienta cada vez que visito Ordesa.
Atención: No hemos podido tirar los bloques y piedras que hubiéramos querido. El sendero que recorre la base del Gallinero, sobrefrecuentado en verano y en estas tardes de otoño, impedía una limpieza a fondo. Las piedras siguen ahí, una trampa esperando al incauto y un peligro para los paseantes que habitan en el mundo horizontal. Respetadlos.
Que no os engañe la propuesta de grado (6c+/7a). Es ABOminablemente difícil, expuesta sobre R4 en su estado actual, y exige dominar esa dificultad con margen suficiente.
Intentarla os proporcionará un carrusel de sensaciones.
Los escapes se complican a medida que asciendes, igual que el compromiso de los largos. Mejor cuanto más arriba, hasta alcanzar el clímax de la cima.
Mucha suerte.
D.Alighieri, El Infierno