La buscamos con ahínco.
Lo insólito es que nos pareció haberla descubierto en uno de los lugares más impresionantes de ese monte, entre SuperEnergy y Hedonistas. Una línea todavía en proceso de creación que empezamos a principios de otoño con una premisa quizás demasiado exigente: sin chapas.
Nos sorprendió descubrir que las primeras tres tiradas no pasaban del 6b sobre buena roca, aseguradas en exclusiva mediante fisus, totems y friends. El cuarto largo resultó algo más duro: 6b+ dijo Unai, algo que no acababa de creerme cuando le exigió un par de reposos, "para limpiar" matizaría él.
Bueno, yo estaba cansado y tras escalarlo de segundo terminé aceptando que quizás se trataba de un 6c muy desplomado con paso de bloque... De esos bloques que suenan a lápida mortuoria y que vibran como diapasones, de esos que no admiten apenas clavos o friends y que conviene asegurar con fisureros para tensionar menos la roca en caso de caída.
Hace quince días regresamos y pude corroborar que mi anterior impresión no andaba errada. El blanquito sufrió una caída en el puñetero 6b+. Se ha roto una presa, dijo. Yo reía, y al repetir el largo resoplaba. Joder con el 6b+.
El siguiente largo salió endemoniadamente jodido, artifo para mí, libre duro para el muchacho, casi todo a pitones. El futuro de nuestra ruta se vislumbra un tanto "incherto". Ese día agotamos nuestras reservas de fuerza y energía, andábamos justos. En las cordadas esas cosas se contagian, y la falta de punch en uno a veces puede trasladarse al otro. Solo conseguimos abrir un largo que quizás deberemos cambiar. Escaso botín para una dura jornada de trabajo y exploración.
La mañana siguiente amaneció preciosa. Sol y fresco, sin viento.
Demasiado buena para malgastarla con deportiva o paseando por Oncins.
Un desayuno largo en la furgoneta, un café con pastas en Casa Ambrosio avivado con la compañía de los JeanMi, y un vistazo al libro de piadas de Montañesa bastaron para reanimar nuestra motivación.
Mona Pancha, una ruta de seis o siete largos que no exige clavar, razonablemente asequible y con un descenso sencillo. Además, los primeros largos siempre habían atraído poderosamente mi atención.
Con la tranquilidad que te da eso de conocer el descenso y llevar de compañero de cordada a un individuo capaz de ventilarse cualquier séptimo a vista sin despeinarse, abordamos a la Mona pasado mediodía.
Unai yerra en el principio del primer largo, entrando muy directo por una placa atractiva a la izquierda del diedro, que se alcanza y luego se abandona a la altura de dos chapas. La topo antigua no permite tomar decisión alguna. Da lo mismo, el largo sale espléndido, imagino que combinando el trazado original con un intento despistado a parabolts del 12 que acaba muriendo a la altura de la primera reunión original.
Me toca y empalmo los dos siguientes, esta vez sí originales de Mona Pancha, igualmente magníficos.
De la tercera reunión dudamos. La zona superior de la vía aparenta mojada y herbosa. A punto estamos de bajarnos. Por suerte optamos por continuar y a cada largo alucinamos más.
El cuarto, de apariencia cutre y monopaso, termina resultando agradable.
El quinto interminable y genial, una pequeña lección de escalada.
Y el sexto descomunal, de no creérnoslo. Un deslome brutal y limpio, que admite buenas protecciones a lo largo del recorrido y que termina venciendo en libre un techo en arco de apariencia inexpugnable.
Joder, vaya vía.
Muy muy buena y bien abierta, merecedora de figurar entre los bombones de la Peña.
Para mí una reconciliación con las rutas antiguas de Montañesa.